Vacaciones de terror.

Todo empezó con una foto.

No, en realidad empezó con un regalo. De esos regalos que son perfectos para el receptor, que tiene historia, chiste local. Un regalo perfecto.

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¡¡¡VACACIONES DEL TERROOOOOR!!!

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Dos meses después, fue el viaje que llevaban un año planeando y en el aeropuerto, justo antes de partir, fue la foto.

Nunca imaginaron que sería profética.

El viaje comenzó bien, el pequeño grupo estaba preparado para despedir el 2019 y recibir el 2020 en Baja California. Fue fantástico, tuvieron playas para ellos solos, avistamiento de ballenas, paseos en lancha y probaron el mejor ceviche de sus vidas.
Pero la profecía había anunciado: Vacaciones de terror. Y se había cumplido.
Iniciando con la abolladura a la defensa del carro en el primer día. El bar que no abrió y era justo en el que pasarían año nuevo. La infección estomacal que los obligó a iniciar el año sin salir del hospedaje. Rematando con un sorpresivo ataque de chinches en la antepenúltima noche, que se convirtió en el día siguiente mientras nuestros protagonistas mudaban sus pertenencias (después de revisar cada una con extremo cuidado) a una habitación en mejores condiciones.

Al regresar a casa, todos estuvieron de acuerdo en que las vacaciones no habían sido perfectas, épicas fue el adjetivo que le asignaron, pero definitivamente habían sido de terror.. Sin embargo, faltaba una última prueba de amistad. Les era claro que había una maldición que romper, incluso si eso implicaba destruir el regalo perfecto.

Todo terminó con una hoguera.